martes, 4 de marzo de 2008

El cine de Carlos Saura


El debút de Carlos Saura en el largometraje se produce en 1959 con “Los golfos”, una película que se alejaba de la habitual comedia costumbrista que se hacía en España en aquellos años. Esto coloca al director aragonés como el principal antecedente del llamado “Nuevo cine español”, al tratar de reflejar la realidad de la sociedad del momento desde un prisma crítico. Se segundo largometraje será “Llanto por un bandido”, protagonizada por Paco Rabal, actor presente en varias de las películas de su admirado Luís Buñuel.

En 1965 conseguirá un gran éxito con “La caza”, una violenta película en la que se habla de forma metafórica, a fin de evitar la censura, de la Guerra Civil. “La caza” sería el inicio de muchas cosas: el comienzo de su prestigio internacional a través de festivales, de su etapa de cine metafórico y, sobre todo, de su relación profesional con el productor Elías Querejeta.

A partir de entonces, Saura y Querejeta idearán una serie de películas de corte metafórico en las que hablan de la falta de libertad en la sociedad bajo la dictadura franquista y de las ansias de libertad. Todo ello narrado de forma velada, envuelto en historias intimistas centradas en núcleos familiares tan obsesivos como inquietantes. De esta forma, director y productor conseguían a duras penas evitar la censura y aumentar su prestigio en festivales europeos. A este período pertenecen películas como “Peppermint Frappé” (en la que aparece por primera vez Geraldine Chaplin, la que sería musa y pareja sentimental de Saura durante cerca de diez años), “La madriguera” y la estupenda “El jardín de las delicias”. Con sus tres siguientes películas el éxito aumentaría, siendo “Ana y los lobos”, “La prima Angélica” y “Cría cuervos” tres películas clave en el cine español de los 70, tan polémicas como prestigiosas. Especialmente la tercera de ellas, con una estupenda Ana Torrent que acababa de rodar “El espíritu de la colmena” de Víctor Erice, es un largometraje especialmente brillante y emotivo.

Tras la muerte de Franco pero aún con la censura en activo rueda “Elisa, vida mía” (1977), una de sus películas mejor valoradas, a la que sigue “Los ojos vendados”. Consciente de la necesidad de cambiar de métodos narrativos tras la desaparición de la censura, pone punto y final a su cine metafórico con “Mamá cumple cien años” (1979), especie de segunda parte de “Ana y los lobos”.

A partir de entonces, Saura comenzará una nueva etapa en su carrera que se caracteriza por la variedad de géneros y estilos cinematográficos. En 1980 estrena “Deprisa, deprisa”, en la que vuelve a las calles de su primera película para narrar una historia de juventud y delincuencia, aprovechando el éxito del que gozaban en aquella época ese tipo de historias. Un año después realiza su primera película sin Elías Querejeta en muchos años: “Bodas de sangre”, protagonizada por el bailarín Antonio Gades, con la que inicia un género que Saura acomete prácticamente en exclusiva: mezcla entre documental y musical que irá desarrollando a lo largo de los años.

“Dulces horas” (1982), una de sus películas más olvidadas, pone el punto y final a su relación profesional con el productor Elías Querejeta. Ese mismo año realiza “Antonieta”, con Isabel Adjani, y al año siguiente vuelve a trabajar con Antonio Gades en otro de sus proyectos en los que se funde el cine, la danza y el flamenco: “Carmen”, a la que seguirá “El amor brujo”, precedida de “Los zancos”, drama en el que reúne a Fernando Fernán Gómez y Paco Rabal entre otros.

Su siguiente proyecto, “El Dorado” (1988), se convertirá en su película más ambiciosa en cuanto a producción y la más cara del cine español hasta entonces. Narra el tortuoso viaje de López de Aguirre a la conquista de América. Concebida como una especie de “Apocalypse Now”, con un espectacular cuidado estético y narración pausada, la película fracasó en taquilla y recibió tibias críticas. Su siguiente película, “La noche oscura” (1989), seguía la línea de un cine histórico y biográfico oscuro y torturado, en este caso centrado en la figura de San Juan de la Cruz.

La década de los 90 comenzaría para Saura con su mayor éxito de taquilla en muchos años. “Ay, Carmela” fue también un éxito de crítica y supuso su reencuentro con el guionista Rafael Azcona, con quien había trabajado en su etapa de cine metafórico. En esta película, Saura narraba en tono de tragicomedia la historia de unos actores ambulantes durante la Guerra Civil.
Tras este rotundo éxito, volverá a sus experimentos musicales con “Sevillanas” (1991) y “Flamenco” (1995), primera de las muchas colaboraciones con el prestigioso director de fotografía italiano Vitorio Storaro. En medio rodará la película oficial de las Olimpiadas de Barcelona 92, “Maratón” (1993), y el oscuro thriller “Dispara”, una de las últimas película protagonizadas por Antonio Banderas en España antes de instalarse en Hollywood.

En 1996 Saura volvió a un cine más realista con “Taxi”, película que denunciaba una realidad semioculta en muchas ciudades españolas, las violentas bandas de extrema derecha. La película fue un importante éxito de taquilla al que siguió una de sus películas más intimistas, “Pajarico” (1997), en la que el director se remontaba a su niñez para contar una historia llena de magia con tintes surrealistas.

Un año después rodaría en Argentina “Tango”, otra de sus películas musicales que tiene como principal diferencia respecto a las anteriores la presencia de una narración de ficción, no documental. A esta estimable película le sigue “Goya en Burdeos” (1999), retrato de la figura del gran pintor aragonés al que dieron vida Paco Rabal y José Coronado. Película vanguardista y con elementos experimentales tanto en lo visual como en lo narrativo, “Goya en Burdeos” supuso un estimable éxito de taquilla y crítica.

Todo lo contrario ocurre con su particular y alocado homenaje a Luís Buñuel en “Buñuel y la Mesa del Rey Salomón” (2001), tan experimental como fallida. Tras este fracaso, vuelve a sus documentales musicales con “Salomé”, esta vez con Aída Gómez al frente del reparto. En su siguiente largometraje, "El 7º días", Saura recrea con especial dureza la tragedia de Puerto Hurraco, historia real en la que os hermanos asesinaron a tiros a varias personas en un arrebato de locura. Este inquietante retrato de la España negra reporta a Carlos Saura nuevas críticas positivas.

Sus dos últimos largometrajes son de nuevo experimentos musicales de distinta índole: “Iberia” (2005) sobre la obra del compositor Isaac Albéniz, y “Fados”, película de nacionalidad portuguesa.
Y aquí, una forma gamberra como cualquier otra de repasar la trayectoria de Saura: