La verdad es que no me parece el mejor nombre por el que te conozcan, que todo el imperio sepa de tu falta de cariño y ausencia de enredos en la alcoba, triste. Pero Elizabeth no se empequeñeció por esto, ella al contrario se sentía que su único amante era su pueblo y nación, al que quería dar toda la grandeza que se merecía. Esta es una película de época con la magnificencía de contar con una diosa de la escena para interpretar a la regente, en la piel de la blanca Elizabeth tenemos a la siempre contundente Cate Blanchett, que es capaz de sostener los primeros planos como nadie y que consigue penetrar con su mirada en la cámara, entrando así en la mirada del espectador, invadiéndole.
No solo es una demostración del buen hacer de Blanchett, además es un ejercicio de asimilación, en el que se convierte por gracia divina en una de las reinas más poderosas de la Historia, una reina que supo mantenerse firme hasta que el imperio empezó a decaer pero que mantuvo las fuerzas y coraje de luchar para impedir que les venciese España, ese imperio en el que ya se empezaba a poner el sol y que Felipe II gobernaba mientras otra Isabel esperaba para ser reina.
Qué decir que la ambientación de la película es increible, está claro que hay presupuesto pues los palacios, vestidos, decorados, etc es formidable, reconstruido con magistralidad y precisión. Algo a destacar son los colosales peinados de nuestra reina, siempre con una inquisitorial mirada que deja frios a quien se atreven a mirarla de frente, Blanchet luce durante toda la película muy diversos peinados y vestidos que adornan al personaje que logra construir igual de bien cuando lo que lleva es un simple camión y su pelo corto, el natural, el que se esconde bajo las pelucas. De hecho hay una escena en el filme en que ella sale de su tienda de campaña con ese atuendo y se dirige al acantilado a contemplar la batalla naval, en la que se está decidiendo el futuro de su nación (la lucha se produce entre la Armada Invencible española y una pequeña flota inglesa).
Pero una gran dama no solo siente amor por su nación, ésta también siente amor por un hombre pero al no hallarse entre las posibles opciones matrimoniales debe renunciar a él, aunque envia a su dama de compañia a que intime con él para tenerle cerca. Raleigh, interpretado con sumo gusto por Clive Owen, es un aventurero que viene de explorar las americas y tiene intenciones de regresar pero su amistad con la reina le impedirá marchar de nuevo ordenandole Sir. La parmanencia en la corte solo le acerca más a Bess, dama de compañia de la reina, la cual verá como sus sentimientos humanos más ocultos salen a la luz, se sentirá celosa de lo que ella misma provocó. La reina virgen se enamora pero eligen a otra en su lugar.
El resto del elenco, además de estos dos genio ya nombrados, lo componen Geoffrey Rush como la mano derecha de su alteza, que con sus conspiraciones palaciegas consigue interceptar un plan de asesinato de la reina, este actor la verdad es que siempre deslumbra pero en esta vez ésta simplemente correcto pues tampoco se puede lucir mucho más. En el papel de Felipe II tenemos al español Jordi Mollá, que supongo se dobla a si mismo, con una espeluznante voz que le otorga un cariz místico y aterrador, otro que está muy bien definido en su personaje aunque se le acusa de estar pasado de rosca, algo que le suele pasar al español si no se modera. Y también cabe señalar a Samantha Morton en su interpretación de la reina sin trono Maria Esturado, prima de la reina y futura reina de Inglaterra según los planes de Felipe II, de Morton se dice que se echa de menos una mayor presencia en pantalla pues es una gran actriz, me sumo a lo dicho.
Otra escena a destacar es el discurso previo a la batalla, en el que una reina vestida para la lucha subida en su corcel otorga coraje a un ejercito que debe salvar su país, emotivo. Pero la que me arrancó unas lagrimitas (sí, estoy de lo más sensible) fue cuando Elizabeth contempla a Raleigh bailando con Bess y se da cuenta de que lo ama pero que jamás lo podrá tener como en esos momentos lo goza su dama, una mujer que podía dominar un imperio pero no conseguir al hombre que amaba.
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