viernes, 18 de mayo de 2007

Recuerda: sigo con la fiebre Peck


Ultimamente me encuentro revisando la filmografía del más grande en el genero del suspense, claro queda que me refiero a Hitchcock. Entre sus películas hoy he reencontrado a Gregory Peck viendo Recuerda (Spellbound) junto a una jovencisima Ingrid Bergman. ¿Qué decir de ambos? Cada uno en su papel está maravilloso pero Gregory Peck consigue trasnmitir las sensaciones, pensamientos y emociones de su J. B.. Por el miedo que ha llegado a producirme y por ser el conductor del suspense me he seguido enamorando un poquito más (si es que se puede) de él (que lastima llegar tan tarde) y de su interpretación.
Hitchcock rompe una de sus reglas en beneficio del filme, según decia el director la base del suspense está en ofrecer al espectador más información de la que tienen los protagonistas pero en este caso el único que tiene la clave del misterio es la mente de Peck, ni siquiera la tiene él mismo porque la amnesia ha actuado de protectora borrando los recuerdos que podrian hacer daño a la persona. Por lo tanto la clave del misterio está en el subconsciente del amnésico J.B.

El rey del suspense centra la trama en una institución para enfermos mentales, donde los psiquitras tratan a través del psicoanalisis a sus pacientes, el halo de Freud impregna todo el filme. Entre todos los doctores encontramos a la joven psiquiatra Constance Peterson en el bello rostro de Ingrid Bergman. La llegada del nuevo doctor Edwards (Gregory Peck) no la tiene demasiado convencida a pesar de que es una eminencia y ella misma le admira por los libros que ha escrito. Cuando por fin se produce la llegada, el hecho de ver que es tan joven la descoloca pero lo que de verdad la paraliza es un flechazo, mutuo. Ya tenemos a los dos protagonistas enamorados perdidamente y es entonces cuando Hitchcock aprovecha para mover ficha.
El doctor Edwards muestra sintomas de amnesia y de complejo de culpabilidad, el mismo que él describe en su obra "El laberinto del sentimiento de culpabilidad". Esto le lleva a confesar a Constance que no es el doctor Edwards y que en realidad él lo ha matado y suplantado su identidad. Ya nada es lo que parece pero el amor lo puede todo y ella decide creer en su inocencia.

Planos inquietantes y sueños como el diseñado por Salvador Dalí van ofreciendo nuevas pistas a la pareja de enamorados que se ve envuelta en un viaje en el que tratarán de descubrir qué ha sucedido en realidad. Con la maestria que Hitchcock hacia las cosas no se puede poner ni una sola pega a la película, tan sólo alabarla pues me ha hecho tiritar de miedo, me ha mostrado como ocultar la realidad que se tiene ante las narices y una vez más el maestro me ha dejado boquiabierta con su buenhacer.


Me voy corriendo a ver otra del maestro y aprovenchando de Peck, pues en El proceso Paradine también trabajan juntos... me estoy enamorando de Peck en cada nueva secuencia, la verdad es que este hombre demuestra ser todo un camaleón pues tiene papeles en muy diferentes géneros y en muy variados registros, esto si que es un gran actor. Me inquieta saber cómo le sentará la toga de abogado...

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