Jaime Rosales puede convertirse en los próximos años en uno de los cineastas españoles más importantes al margen del cine comercial. Su propuesta es radical sin llegar a lo puramente experimental. Ya en su debut en el largometraje “Las horas del día” (2003) ponía de manifiesto su estilo narrativo: austeridad, ausencia total de artificio, hiperrealismo tanto en las interpretaciones, la dirección de actores como en los diálogos y una especial querencia por los tiempos pausados, el silencio y una cámara que se asoma pudorosa y con sigilo a las vivencias, emociones, alegrías y tristezas de unos personajes absolutamente cotidianos. El cine de Jaime Rosales convierte lo cotidiano en un arte e incluso en un espectáculo.
En “La soledad”, el director hace aún más énfasis en todos los aspectos de su propuesta cinematográfica, resultando una película auténtica y sincera, en la que lo narrado alcanza la emoción del espectador a golpe de verdad. Las relaciones entre las personas, a menudo mediatizadas por la importancia que le damos al dinero, la incomunicación y las consecuencias de la muerte de un ser querido se dan cita en esta película que supone un soplo de aire fresco en un año en el que el cine español se está mostrando en un perfil demasiado bajo.
La mayor novedad formal de esta película con respecto a “Las horas del día” es el uso de la llamada “polivisión” que consiste en dividir la pantalla en dos mitades de igual tamaño y mostrar dos ángulos, dos posiciones de cámara sobre un mismo espacio. La película utiliza esta técnica en el 30% de su metraje, aunque no en todos los casos esté justificada.
En la propuesta de Rosales, resulta esencial el trabajo de los intérpretes que, en el caso de “La soledad”, resulta de un hiperrealismo tal, su trabajo es tan concienzudo, que la naturalidad que desprende puede descolocar en un principio al espectador no avisado. Los trabajos de Sonia Almarcha, Petra Martínez y el resto del reparto es sobresaliente.
El cine del catalán Jaime Rosales no es fácil de ver, no es ni simpático ni amable, requiere una cierta predisposición del espectador para conectar con una forma diferente de contar historias, pero el resultado puede ser brillante.
En “La soledad”, el director hace aún más énfasis en todos los aspectos de su propuesta cinematográfica, resultando una película auténtica y sincera, en la que lo narrado alcanza la emoción del espectador a golpe de verdad. Las relaciones entre las personas, a menudo mediatizadas por la importancia que le damos al dinero, la incomunicación y las consecuencias de la muerte de un ser querido se dan cita en esta película que supone un soplo de aire fresco en un año en el que el cine español se está mostrando en un perfil demasiado bajo.
La mayor novedad formal de esta película con respecto a “Las horas del día” es el uso de la llamada “polivisión” que consiste en dividir la pantalla en dos mitades de igual tamaño y mostrar dos ángulos, dos posiciones de cámara sobre un mismo espacio. La película utiliza esta técnica en el 30% de su metraje, aunque no en todos los casos esté justificada.
En la propuesta de Rosales, resulta esencial el trabajo de los intérpretes que, en el caso de “La soledad”, resulta de un hiperrealismo tal, su trabajo es tan concienzudo, que la naturalidad que desprende puede descolocar en un principio al espectador no avisado. Los trabajos de Sonia Almarcha, Petra Martínez y el resto del reparto es sobresaliente.
El cine del catalán Jaime Rosales no es fácil de ver, no es ni simpático ni amable, requiere una cierta predisposición del espectador para conectar con una forma diferente de contar historias, pero el resultado puede ser brillante.
1 comentario:
me has creado una buena impresión del filme, me la apunto en la lista de películas recomendadas por ARP.
Te atreves a hacer una lista de películas con magia como la Noche de San Juan... aunque puede que está noche tenga más relevancia en las zonas costeras del mediterráneo... no sé ¿Qué me dices?
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