En 1938 Orson Welles ya era un reputado director y actor teatral que trabajaba con frecuencia en la radio haciendo representaciones de importantes obras. Ese año, realizó una representación en las ondas de La guerra de los mundos de H. G. Welles tan realista, que los miles de oyentes que en ese momento escuchaban la radio pensaron que realmente el mundo estaba siendo invadido por extraterrestres y salieron espantados a las calles en busca de ayuda.
Este hecho proporcionó una enorme fama al joven Welles, quien recibió una oferta millonaria de la RKO para rodar 4 películas con total libertad, unas condiciones inauditas hasta entonces. Orson Welles se lanzó entonces a la creación de su primer largometraje, un costoso proyecto dirigido y protagonizado por él mismo que se convertiría en un clásico entre los clásicos: Ciudadano Kane. Sus revolucionarias formas narrativas, el innovador uso de la luz y el montaje y la inventiva visual que demostró Welles, son responsables de que Ciudadano Kane encabece con frecuencia las listas de las mejores películas de la Historia del Cine.
Debido en parte a las presiones que el magnate de la comunicación William Randolph Herst ejerció para impedir el estreno de la película (dado que se consideraba que Welles se inspiró en su figura para dirigir su ópera prima), la película fracasó en taquilla a pesar de recibir el respaldo de buena parte de la crítica.
Un año después, Welles presentó su segundo largometraje, la excelente El cuarto mandamiento, en la que no aparecía como actor y en la que continuaba con los valores estéticos y narrativos de su predecesora. Sin embargo, temiéndose un nuevo fracaso en taquilla, la RKO no cumplió su palabra de dar libertad total a Welles y decidió recortar media hora del montaje cambiando también el final sin la aprobación del director. El público dio la espalda a la película igualmente.
Con dos fracasos de taquilla a sus espaldas, Orson Welles trató de filmar una serie de documentales sobre Sudamérica pero la RKO dijo basta y rescindió su contrato. Para colmo de males, fue apartado del rodaje de Estambul (1943).
Apartado de Hollywood como director, Welles se dedicó a trabajar como actor en diversas producciones hasta lograr un contrato para filmar una muy interesante película de cine negro llamada El extraño, en la que también intervino como actor y que le devolvió un cierto prestigio ante la industria al terminar su rodaje en el tiempo establecido y sin sobrepasar el escaso presupuesto inicial.
Inmediatamente después, vuelve a los grandes estudios para rodar La dama de Shanghai, otro largometraje de cine negro protagonizado por él mismo y Rita Hayworth, por entonces esposa de Welles aunque ya en proceso de separación. La presencia de las dos estrellas despertó una gran expectación, así como el cambio de imagen que el director propuso a su esposa, cortando su famosa melena (Rita Hayworth acababa de protagonizar la mítica Gilda) y tiñendo su pelo de rubio platino. Al parecer, Welles presentó un montaje de dos horas y media que horrorizó a su productor, quien dedicó nada menos que un año a recortar en metraje en más de una hora y cambiar la música sin el consentimiento del director. Una vez más, La dama de Shanghai no obtuvo el éxito esperado aunque hoy en día está considerada como una de las grandes obras de su director.
Para la fecha del estreno de La dama de Shanghai (1948), Orson Welles ya había terminado en menos de un mes el rodaje de su primera adaptación cinematográfica de su admirado Shakespeare, una espectacular y visualmente fascinante versión de Macbeth dirigida, protagonizada por él mismo y rodada con un bajísimo presupuesto y una inventiva estética y de puesta en escena que volvieron a demostrar el extraordinario talento de su creador.
Harto de que su trabajo no fuera respetado por los productores y con Hollywood dando la espalda a sus proyectos, Welles abandonó EEUU y se instaló en Europa buscando financiación para sus nuevas películas, donde pudo rodar dos nuevos largometrajes. En los años siguientes sólo trabajó en Hollywood como actor en numerosas producciones con el fin de conseguir dinero para sacar adelante sus proyectos como director. A finales de los 50 regresaría a Hollywood para rodar como director una de sus obras más destacadas, Sed de mal (1958).
lunes, 27 de noviembre de 2006
Orson Welles en Hollywood (1941-1948)
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